viernes, 12 de diciembre de 2025

ENTREVISTA AL DR.SAÚL MARTÍNEZ HORTA



Hoy hemos tenido la gran suerte de poder entrevistar al Dr. Saúl Martínez Horta, neuropsicólogo de la Unidad de Trastornos del Movimiento del Servicio de Neurología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona), donde desde su CSUR en enfermedades minoritarias que cursan con trastornos del movimiento coordina la consulta monográfica de Neuropsicología de este tipo de condiciones y forma parte de la consulta multidisciplinar de la enfermedad de Huntington. Es además investigador del Grupo de Trastornos del Movimiento del Instituto de Investigación Sant Pau, donde dirige la línea de la enfermedad de Huntington, investigador del Centro de Investigación en Red para Enfermedades Neurodegenerativas del Instituto de Salud Carlos III y profesor asociado clínico del Departamento de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona.

En lo relativo a su vinculación profesional con las enfermedades minoritarias, prácticamente todo el grueso del trabajo asistencial e investigador lo realiza en torno a una condición minoritaria como lo es la enfermedad de Huntington, así como en ataxias genéticas y parkinsonismos atípicos.

Además, destaca por su labor de divulgación científica en torno a las enfermedades neurodegenerativas siendo autor de libros como “Cerebros rotos” (2022), “¿Dónde están las llaves?” (2023) y “El cielo que olvida sus estrellas” (noviembre 2025) y por su actividad divulgativa a través de la red social X (@smartinezho1).


ENFERMEDADES RARAS NEURODEGENERATIVAS

  1. Seguramente muchas personas, por su alta prevalencia, encuadren dentro de las enfermedades neurodegenerativas el Alzheimer, el Parkinson… pero, si hablamos de enfermedades poco frecuentes neurodegenerativas, ¿cuáles te vendrían, de primeras, a la cabeza? 

En mi caso, obviamente estoy muy sesgado por la dedicación que tengo diariamente a un grupo muy concreto de enfermedades. Por ello, la primera que me viene a la cabeza es la enfermedad de Huntington, seguida de algunas enfermedades tipificadas como parkinsonismos atípicos, como la parálisis supranuclear progresiva o la degeneración corticobasal, además de las ataxias espinocerebelosas y las enfermedades priónicas.

    2. Si tuviésemos que buscar un factor común a todas las enfermedades de la pregunta anterior, es decir, de las enfermedades neurodegenerativas, ¿cuál destacarías?

Si hablamos de “neurodegenerativas” en general, más allá de la obviedad relativa a que todas ellas comparten la existencia de mecanismos diversos que suponen la muerte neuronal progresiva y su carácter irreversible, creo que el factor compartido más obvio es que todas ellas suponen un enorme impacto en quienes las padecen y en quienes conviven y acompañan a quienes las padecen, convirtiendo el abordaje de estas enfermedades en un conjunto de retos que trascienden más allá de lo estrictamente médico, exigiendo un abordaje integral centrado en la persona y en todo su contexto.

Pero si incorporamos a la ecuación la palabra “raras”, entonces el escenario se nos complica en muchos sentidos y aparecen nuevos factores compartidos como el retraso en el proceso de diagnóstico, la limitación de recursos terapéuticos y un aún mayor sentimiento de estigma, soledad e incertidumbre.

    3. ¿Consideras que sobre estas patologías, o sobre alguna en concreto, existen ciertos mitos que todavía hoy le cuesta superara a la sociedad?

Sí. Evidentemente, las enfermedades neurodegenerativas son más frecuentes conforme alcanzamos edades más avanzadas, pero es importante destacar que algunas enfermedades frecuentes, como el Alzheimer o el Parkinson, pueden debutar también en personas jóvenes como consecuencia de mecanismos genéticos que convierten a estos casos en minoritarios. Pero además, muchas enfermedades neurodegenerativas minoritarias, como la enfermedad de Huntington o ciertos tipos de ataxias, debutan habitualmente en personas relativamente jóvenes e incluso las encontramos en adolescentes y en niños.

   4. Una de las enfermedades poco frecuentes que más has estudiado, y de la que eres un referente internacional, es la enfermedad de Huntington. ¿En qué consiste esta patología?

Se trata de una enfermedad neurodegenerativa poco frecuente, causada por una mutación bien conocida en una región concreta de un gen. Esta mutación conlleva que se alteren toda una serie de procesos biológicos, donde destaca por encima de todo la producción de una forma “mutante y tóxica” de una proteína llamada HTT. En consecuencia, esta proteína precipita un patrón de progresiva muerte neuronal que afecta especialmente a zonas del cerebro implicadas en el control del movimiento, en la cognición y en la conducta.

La enfermedad suele debutar entre los 35 y los 45 años (aunque hay casos en niños y en personas mayores) en forma del desarrollo de una compleja constelación de síntomas motores, especialmente movimientos anormales, de síntomas cognitivos que conllevan demencia y de múltiples manifestaciones psiquiátricas como irritabilidad, apatía, depresión o conducta repetitiva.

Además de ser genética, esta enfermedad se transmite de progenitores a descendencia siguiendo un patrón de herencia autosómica dominante. Ello implica que cualquier descendiente de una persona afectada tiene un 50 % de posibilidades de haber heredado el gen con la mutación y, de ser así, de manera invariable también desarrollará la enfermedad.

Por todo ello, la enfermedad de Huntington configura un escenario sumamente difícil para todo el contexto, al imponer el impacto relativo a los síntomas y su progresión, así como el impacto relativo al sufrimiento implícito en la descendencia, que sabe que está en riesgo de poder padecer la enfermedad.

  5. En tu último libro, “El cielo que olvida sus estrellas” dedicas un capítulo a un tipo de enfermedades neurodegenerativas poco frecuentes muy peculiares y sorprendentes, las enfermedades priónicas. ¿Cómo explicarías en pocas palabras en qué consisten estas patologías y cuál es su origen y pronóstico?

Si las comparamos con otras enfermedades neurodegenerativas, las enfermedades priónicas son enfermedades muy particulares. Como sucede en prácticamente todas las neurodegenerativas, en estas también existe una forma “alterada” de una proteína que resulta tóxica. Pero en las enfermedades priónicas, cuando una de estas proteínas, conocida como “prión”, cambia su estructura, suceden tres cosas “únicas”:

-Una vez una proteína se altera, el resto de proteínas priónicas normales también cambian su forma, iniciando un patrón de disfunción y de daño neuronal masivo y sumamente agresivo.

-Como consecuencia de este patrón de daño, la enfermedad tiene una evolución rápidamente progresiva, donde en cuestión de días o semanas la persona afectada padece un empeoramiento dramático que supone su fallecimiento habitualmente en pocos meses.

-Estas proteínas priónicas alteradas son “transmisibles”, de modo que entrar en contacto con la proteína a través, por ejemplo, de la sangre de una persona afectada puede suponer que una persona sana contraiga la enfermedad. De este modo, a diferencia de otras enfermedades neurodegenerativas, las enfermedades priónicas se comportan como procesos infecciosos transmisibles.


ENFERMEDADES RARAS Y NEUROPSICOLOGÍA

   6. ¿Qué es la neuropsicología y cuál es su principal campo de estudio?

La neuropsicología es la rama de estudio de la psicología desde donde estudiamos y evaluamos el efecto que distintas formas de daño neuronal ejercen sobre el despliegue de los procesos cognitivos que nos permiten disponer de funciones como la memoria, el lenguaje, la percepción, el control de la conducta, etc.

Sin profundizar en los detalles, en esencia evaluamos cómo de bien o de mal funcionan nuestros procesos mentales como consecuencia de la existencia de un compromiso cerebral, o cómo la forma que adquieren las alteraciones cognitivas que detectamos nos orientan sobre el tipo de problema que padece la persona.

  7. Todos tenemos, en nuestro día a día, lapsus… ¿en qué momento debemos preocuparnos y acudir a un neurólogo o a un neuropsicólogo por si el proceso que hay detrás de estos fuese patológico?

Efectivamente, todos cometemos fallos cognitivos benignos como consecuencia de que nuestra capacidad cognitiva no es ilimitada y frecuentemente llegamos a saturarla.

Obviamente, la recurrencia de algunos fallos en épocas de más estrés o presión, o que puntualmente podamos tener cualquier forma de “lapsus”, no justifica que tengamos que consultar pensando en un proceso neurológico.

Cuando los fallos dejan de ser algo anecdótico, transitorio o muy dependiente de nuestro estado afectivo o mediado por los estresores que todos tenemos, cuando los fallos no desaparecen sino que incluso van a más, cuando incluso quienes nos conocen los detectan… entonces hay que consultar.

    8. ¿Cuál es el día de a día de un neuropsicólogo clínico…?

Desconozco cómo debe ser el de muchos colegas, pero el mío es… ¡intenso! Aunque depende, y mucho, del día de la semana.

En mi caso, llego al hospital sobre las 7:30 y aprovecho hasta las 8:50 para revisar correos, etc. A las 9 (los días de consulta) empezamos; descanso para comer de 13 a 15 y, si hay consultas, empiezo de nuevo a las 15:30 para terminar a las 20 h.

Los días que no visito dedico este tiempo a las tareas de investigación, que son muy diversas y que implican a muchos actores.

Paralelamente, también tenemos las sesiones de grupo, reuniones de todo tipo, etc.

En resumen, la realidad es que desde que entro al hospital hasta que llego a casa, habitualmente solo he podido parar un rato durante la hora de comer.

  9. ¿Cómo sueles afrontar el difícil momento de tener que comunicar a una persona, y a su familia, que tiene alguna enfermedad neurodegenerativa o que esta iniciándose un proceso irreversible, por ejemplo, hacia una demencia?

Con suma delicadeza, honestidad, claridad y humildad, habiendo “estudiado” previamente las características de la persona y de la familia para encontrar las palabras más adecuadas que nos permitan trasladar una información tan delicada.

El objetivo es que reciban una información que les pertenece, pero que esa información tenga una utilidad más allá del previsible impacto inicial. Necesitamos construir un marco de confianza y de esperanza con nuestros pacientes, y el modo en cómo se les comunica lo que está sucediendo es un momento clave para conseguirlo.

  10. Desde la neuropsicología, ¿Podéis ofrecer claves a los pacientes y a su entorno más próximo, cuando son diagnosticados, sobre cómo afrontar el proceso? ¿Qué es lo más difícil, habitualmente, en dicho proceso, tanto para el paciente como para su círculo?

Quizás no se trate de si “desde la neuropsicología” podemos hacerlo, sino de que la estructura y características de nuestras visitas, más largas habitualmente que las de otros profesionales, nos permiten poder dedicar un tiempo adicional a algo tan necesario como esto. Obviamente, hay muchos factores que entran en juego cuando se recibe un diagnóstico y que dependen mucho de cada caso. Hay que asumir que en muchos casos el paciente y su entorno ya se han hecho a la idea de que “algo está pasando”.

Es clave saber usar el diagnóstico también en positivo como herramienta que nos permita explicar qué es esto que ha estado pasando, qué implica y qué podemos hacer. Es lo que yo llamo “darle utilidad al diagnóstico” para que nos permita construir entre todos el mejor escenario posible para hacer frente a algo que no estaba en las manos de nadie que sucediera o no.

Obviamente, este trabajo se hace por etapas, puesto que en un primer momento debemos asumir y respetar la expresión temporal de muchas emociones negativas reactivas a haber recibido el diagnóstico. Es entonces cuando aparece como elemento de gran dificultad el aprender a manejar y a convivir con la información que les hemos trasladado, pero haciendo bien este trabajo, se consigue.

   11. Al margen de los tratamientos farmacológicos y la investigación genética, ¿Cuáles consideras que son las tres estrategias neuropsicológicas o de manejo conductual más efectivas que las familias y/o los amigos pueden implementar en casa para mejorar significativamente la calidad de vida diaria de una persona con una enfermedad neurodegenerativa o demencia?

Para mí, un elemento clave nace de la comprensión de la manera más precisa posible de aquello que está sucediendo. Es decir, que el entorno entienda cuáles son los síntomas y los mecanismos que hay detrás de ellos para poder así interactuar con el paciente y con sus síntomas de la manera más efectiva.

Otro mecanismo clave es el de proporcionar al paciente una estructura del día a día que muy posiblemente ya no es capaz de construir y que, en consecuencia, convierte lo cotidiano en un caos. Ello implica implementar rutinas, cumplir horarios, establecer pequeños objetivos y mantener a los pacientes actualizados a lo largo del día, dándoles claves para estar situados a nivel de fechas, personas que les rodean, planes a corto plazo, etc.

Finalmente, un motivo de consulta frecuente tiene que ver con el manejo de los problemas de conducta, como la irritabilidad. Habitualmente, los pacientes se irritan porque han perdido notablemente la capacidad de autogobierno de sus emociones y la capacidad para salir de patrones de pensamiento en bucle. Por ello, en muchos casos, los episodios de ira responden a discusiones relativas a estos patrones de pensamiento en bucle. Intentar razonar con el paciente sobre lo inapropiado o absurdo de lo que dice, piensa o hace nunca sale bien. Por el contrario, cuando se entra en estos estados, redirigir su atención hacia algo totalmente distinto e incluso banal, que sabemos que atrae o gusta al paciente, suele funcionar.


INVESTIGACIÓN Y ENFERMEDADES RARAS

  12. Como sabes, uno de los fines principales de nuestra asociación es la promoción de la investigación en enfermedades raras. Este año hemos vuelto abrir un nuevo crowdfunding en la plataforma migranodearena.org a favor del Programa Investigación y Conocimiento de FEDER. ¿Qué importancia crees que tiene esa investigación?

La investigación lo es todo y sin plataformas dedicadas específicamente a enfermedades minoritarias o a enfermedades concretas difícilmente hubiésemos alcanzado los hitos actuales en términos de conocimiento, de desarrollo de líneas orientadas a la terapéutica y de desarrollo de nuevos tratamientos. Lamentablemente, los recursos no “caen del cielo” y por ello necesitamos construir programas que se nutran de todos los actores posibles.

  13. ¿Crees que la gente, en general, es consciente del papel que juega la investigación para las personas que tienen patologías poco frecuentes?

No lo sé, pero la impresión subjetiva que tengo es que, en general, la gente es poco consciente del papel que ha jugado y juega la investigación en nuestras vidas. No se trata ya de las patologías poco frecuentes; se trata de que gran parte de lo que nos acompaña de manera cotidiana es fruto de titánicos esfuerzos de investigación que no se reconocen.

  14.  Si tuvieses que elegir un descubrimiento o avance significativo reciente en el campo de las enfermedades neurodegenerativas, ¿cuál sería y por qué?

Ahora mismo, indudablemente, el papel de la inestabilidad somática en la fisiopatología de la enfermedad de Huntington y los mecanismos genéticos que la regulan. O, lo que es lo mismo, que ahora sabemos que la mutación que causa la enfermedad de Huntington se va “haciendo cada vez más grande” conforme pasa el tiempo. Este incremento progresivo supone que, cuando se cruza un umbral, las neuronas empiezan a morir, pero antes de cruzar dicho umbral están sanas. Ahora sabemos que hay un grupo de genes que, intentando reparar la mutación, lo que hacen “sin querer” es hacerla cada vez más grande y, por ello, si “silenciamos” la actividad de estos genes, el progresivo incremento de la mutación no sucedería y, en consecuencia, no se cruzaría el umbral a partir del cual las neuronas fallan y aparecen los síntomas.


TERAPIAS Y ENFERMEDADES RARAS

  15. No es extraño escuchar en distintos medios de comunicación, a veces, que las enfermedades neurodegenerativas se pueden prevenir. ¿Es cierto esto o es una exageración?

Depende de cómo definamos o entendamos el concepto de “prevención”, así como del tipo de enfermedades de las que hablemos.

En las enfermedades genéticamente determinadas no hay, a día de hoy, manera posible de evitar que sucedan, y en muchas enfermedades no genéticas y frecuentes aún no llegamos a saber con exactitud qué conjunto de mecanismos son responsables de su aparición.

Pero, con independencia de si hablamos de causas genéticas o no, sabemos que podemos hacer muchas cosas a nivel de prevención que quizás no impliquen que las enfermedades dejen de suceder, pero que sí impliquen que la edad de aparición de los síntomas, la forma de progresión de la enfermedad o la gravedad con la que se manifiesta sean muy distintas. En este sentido, en ausencia de terapias milagrosas, tenemos mucha evidencia en torno al papel clave de la prevención y el cuidado de los factores de riesgo cardiovascular, el ejercicio, la dieta, la no exposición a tóxicos y el mantenimiento de una vida social estimulante que enriquezca nuestra reserva cerebral y cognitiva.

  16. En nuestra asociación damos mucha importancia a la actividad física y al deporte, hasta el punto de que consideramos que estos dos aliados pueden y deben considerarse como un “medicamento” más en el abordaje de cualquier enfermedad poco frecuente. En tu opinión, ¿crees que es así?

El deporte tiene un incuestionable impacto beneficioso en la salud global (cuando se hace bien) y, por ello, también tiene un impacto en la salud de las personas afectadas por alguna enfermedad. En las neurodegenerativas, el deporte ha demostrado contribuir a la calidad de vida, al mantenimiento de la funcionalidad y, en algunos casos, a una progresión más lenta de determinados síntomas, especialmente los motores y afectivos. Por ello, siempre que esté adaptado a las capacidades de la persona y bien pautado, debe considerarse una herramienta terapéutica de primer orden.


ASOCIACIONES

  17. En tu opinión, ¿qué papel juegan las asociaciones de pacientes? ¿Has colaborado o colaboras con alguna asociación de pacientes? ¿Con cuál? 

Las asociaciones de pacientes juegan un papel clave, porque se convierten en un punto de encuentro propio de los pacientes y de sus familiares. Allí, los problemas y las alegrías se abordan con un lenguaje y una proximidad que pertenecen al colectivo de afectados y que permiten un tipo de relación e interacción entre iguales que es sumamente enriquecedor.

En lo personal, he colaborado con muchas, especialmente con la Asociación Catalana de Personas Afectadas por la Enfermedad de Huntington (ACMAH), con la Asociación Española Corea de Huntington (ACHE), con la Asociación Catalana para el Parkinson y con la Federación Española de Parkinson.

  18. ¿Qué es lo que más pondrías en valor de la labor que realizamos desde En Ruta por las Enfermedades Raras?

Como muy bien indica vuestro nombre, la vida en torno a una enfermedad minoritaria es una ruta. El problema es que, para esta ruta que en muchos casos se desconocía que se iba a tener que caminar, nadie dispone de una guía o de mapas. Por ello, algo esencial es proporcionar piezas con las que poder caminar este recorrido tan incierto, y es aquí desde donde En Ruta por las Enfermedades Raras hacéis esta tan necesaria contribución de “facilitar el camino”.

  19. Y por último, ¿qué mensaje te gustaría lanzar a los componentes de En Ruta por las Enfermedades Raras?

Agradeceros de todo corazón el trabajo que hacéis. Sin personas como vosotros, sin vuestra confianza y dedicación, no existirían muchas de las piezas con las que hemos ido construyendo el estado actual relativo a las enfermedades minoritarias.


PARA RESPONDER RÁPIDAMENTE

          Una persona especial… Mi hijo

          Un lugar… Playa de Pals (Baix Empordà, Costa Brava)

          Un libro… El cielo que olvida sus estrellas

          Una canción… “The Decline” (NOFX)

          Una comida… Pizza

          Un sueño realizado… Surfear en Hawaii

          Un sueño por realizar… Ver la cura de muchas de las enfermedades con las que trabajamos.

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